Rafael Núñez Gil. Graduado en Estudios de Asia Oriental por la Universidad de Sevilla.
Podemos decir que la Exposición Universal de Sevilla 1992, veintitrés años después de su inauguración, supuso un hito fundamental para la ciudad. Durante la muestra, diferentes países retomaron el estudio de las relaciones históricas con España, siendo la apuesta de Japón una de las más memorables y destacadas. Desde su Pabellón de madera hasta el Teatro Giratorio pasando por las exposiciones temporales, el país asiático se hizo un hueco irremplazable en la Expo’92 y en la memoria de todo aquel que lo visitaba, uniendo tradición y tecnología, arte y ciencia, y en definitiva a oriente y occidente.
Desgraciadamente, toda esta producción cultural fue efímera. El Pabellón, desmontado tras la exposición, fue probablemente, uno de los pabellones más famosos y visitados. Diseñado por Tadao Ando, era un edificio que constaba de cuatro plantas, construido con diferentes tipos de maderas traídas de diferentes partes del mundo. Fue una de las construcciones en madera más grandes realizadas tras la II Guerra Mundial, basándose en el concepto “kinari” – término propio de la cultura japonesa, que hace referencia a la belleza natural de los materiales, sin adornos ni tratamientos – . Para poder acceder al interior de esta estructura de 25 metros de altura, el visitante debía cruzar el Taiko-Bashi o puente arqueado, un alegórico túnel del tiempo que conectaba los aparentes mundos separados de Occidente y Oriente, el mundo real del de los sueños, iniciando así la senda hacia un nuevo conocimiento de un enigmático país que llevaba causando fascinación desde hacía generaciones.
Una vez dentro, las diferentes salas de exposiciones ofrecían diferentes presentaciones relacionadas con el Japón más tradicional y también con el más moderno: esculturas budistas, un mikoshi (o santuario portátil shintoista), dos representaciones sobre el Japón más antiguo (con un tinte idílico y nostálgico) y el Japón más moderno hechas en origami (obras de Akira Yoshizawa y Toshimichi Hiroi). A todo esto habría que añadir los procesos de absorción y asimilación de cultura extranjera – ejemplificándose con los kanjis y la formación del silabario kana – , el contacto con Occidente a partir del siglo XVI, en relación con el tema central de la propia Exposición Universal, La Era de los Descubrimientos; y las dos misiones posteriores –Tensho y Keicho-, así como una reproducción de los pisos 5º y 6º del castillo de Azuchi, entre otras cosas.
Como colofón de la visita al Pabellón, al visitante le esperaba la atracción estelar, el Teatro Giratorio: una plataforma de 700 metros cuadrados, con 430 asientos repartidos en cinco salas, que iba rotando sobre su eje durante la proyección de una película (dividida a su vez en cinco partes) donde se realizaba un repaso al pasado, presente y futuro del país nipón de la mano de Sasuke (un legendario ninja), Don Quijote y Sancho Panza. Una proyección realizada en dibujos animados, filmación real y gráficos por ordenador que contaba con la tecnología más avanzada (para principios de los años 90). Sasuke es en realidad un personaje llamado Hattori Kanzo -inspirado en el personaje histórico Hattori Hanzo-, creación de Fujio Fujiko, pseudónimo de Motô Abiko. Esta serie manga aparece en Japón en los años 60, convirtiéndose en anime en el año 1981 bajo el nombre “Ninja Hattori-kun“. En España fue estrenada en 1994, dos años más tarde de la finalización de la Expo. Tras su doblaje por el estudio sevillano de grabación “Surco”, bajo la dirección de Antonio Villar fue presentada con el nombre “Hattori El Ninja”. Este anime, se seguía emitiendo por la RTVA hasta fechas muy recientes.
Todo este despliegue fue desmontado tras la exposición, a pesar de los intentos por parte del Ayuntamiento de Sevilla por intentar conservarlo. El Pabellón de Japón había sido configurado como una obra efímera, de hecho un concepto muy japonés, y después de la finalización de la Exposición Universal fue desmontado. Sólo se salvó la reconstrucción mencionada del castillo de Azuchi, que fue trasladada a Japón.
Con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, diferentes personalidades visitaron Sevilla. El príncipe Naruhito y el Embajador de Japón visitaron el Pabellón y la ciudad de Sevilla, estrechando lazos no solo con la capital, sino también con la localidad de Coria del Río, de donde procede el ya conocido apellido Japón. Se encuentra allí un monumento a Hasekura Tsunenaga, embajador de la misión Keicho, regalo llegado desde la prefectura de Miyagi, así como también se conserva una escenificación en origami de la fiesta Daigo (“El Festival de los Cerezos” que tuvo lugar en el monte del mismo nombre poco antes del fallecimiento del general Toyotomi Hideyoshi) y que fue cedida a esta villa después de su exposición durante la Expo 92′.
También por la misma fecha, la Comisaría de la Ciudad de Sevilla para 1992 editó dentro de la colección “Para la historia de la Ciudad”, un facsímil titulado “La Embajada Japonesa de 1614 a la Ciudad de Sevilla”, que recogía un estudio introductorio y la transcripción “La embajada japonesa en 1614. Historia sevillana por Don José Velázquez y Sánchez”, editada en Sevilla en 1862. Aunque este facsímil es difícil de adquirir actualmente, hay ejemplares en el Archivo Municipal de Sevilla, así como también en algunas bibliotecas públicas de la capital.
Más curioso resulta el coleccionismo de productos de merchandising. Desde pins o llaveros con la imagen de Sasuke y Don Quijote con Sancho Panza, hasta algunos de los productos japoneses que se vendían en la tienda del Pabellón del Japón. Un ejemplo de esto sería la Kohsei HBQ 200N, una máquina japonesa utilizada como dispensador de sake (licor de arroz) caliente o frío. La máquina de la siguiente fotografía es una adquisición hecha por nuestro centro, CEAO, y que está en proceso de restauración para exponerla próximamente en nuestras instalaciones.
Como hemos podido comprobar, a pesar de la pérdida de patrimonio arquitectónico, los andaluces aún podemos disfrutar en la provincia de Sevilla de algunos de los vestigios que nos dejó el Pabellón de Japón de la Exposición Universal de 1992. Gracias a este renovado interés entre ambos países, Japón y España, el ámbito socio-cultural y académico se ha mantenido vivo hasta nuestros días. Muestra de ello han sido, por exponer algunos ejemplos, la exposición “El Lujo Oriental” (organizada por el Museo de Artes y Costumbres Populares) en 1999, la reciente creación del Grado de Estudios de Asia Oriental (titulación compartida entre las Universidades de Sevilla y Málaga) o el reciente Festival Cultural Asia Sevilla, cuya primera edición se celebró en febrero de 2015 y que contó con la participación de entidades como el Ayuntamiento de Coria del Río y nuestra academia CEAO (Centro de Estudios de Asia Oriental).
Rafael Núñez Gil. Graduado en Estudios de Asia Oriental por la Universidad de Sevilla.